Para los que tienen hambre, acá hay medialunas”. El convite, como al pasar, del Gobernador a un conjunto de movileros que el viernes pasillaban en la sede del Comité Central de la UCR correntina enmudeció el cuchicheo, pero no recogió ninguna manifestación. Hubo muecas, sonrisitas contenidas, sin embargo ninguna voz rompió el silencio que provocó la distraída (artera) habilitación gastronómica de Don Horacio Ricardo Colombi. Adentro, en la mesa de directorio dos platos con facturas de Supermax testimoniaban el cónclave de los intendentes radicales preocupados por el creciente malestar de sus comunidades debido a la falta de obras.
Hasta donde pudo seguir la pista este diario, ninguno de los correligionarios se animó a entrarle a los panificados y el enjambre de cronistas ni se mosqueó de las vituallas que se secaron al aire sin interesados firmes. Los muchachos andan, hace tiempo, detrás de otras facturas. Será por eso que el mandatario transitó sin trancazos pese al brulote que le dispensó a los enviados de prensa. Igual que cuando juega al fútbol, no encontró piernas fuertes.
Como sea, la descomedida invitación de ir por las medialunas vino a complementar la embestida del jefe del Ejecutivo contra los medios que se embarcaron en una campaña que lo tuvo a maltraer. La versión sobre el presunto interés oficial por reformar la Constitución Provincial para habilitar la re-reelección hizo estallar al mercedeño. Colérico, pero sin perder la ambigüedad, aseguró que “algunos están con hambre, entonces escriben y dicen estupideces”.
Tajante, desacreditó el rumor de la re-reelección y en el mismo acto torpedeó a los fogoneros del rumor: “A mí no me van a presionar ni me van a sacar plata para calmar a la fiera de la comunicación social”, dijo. Así, la queja se transformó en una exultante denuncia de extorsión, aunque no aportó nombre y apellido.
Sin ambages, el Gobernador sacó a la luz la urdimbre de la operación mediática: la pauta publicitaria que no llega hace meses.
Salvo Natalio Liber Aides, en cuya radio (FM Sudamericana) se descargó Colombi, ninguno de los medios de la nómina se sintieron tocados por el sablazo del mercedeño. Reprodujeron la diatriba, pero sin agregar una coma. Y, por supuesto, sin desafiar al hombre de la lapicera.
Natalio sintió lo que Ringo Bonavena, le sacaron hasta el banquito y quedó solo en el ring.
Como los movileros con las medialunas, los cinco grandes de la nómina publicitaria se hicieron los distraídos.
Justo ese día la Asociación Federal de Editores de la República Argentina (Afera), una entidad creada al influjo de la pauta de Balcarce 50 para esmerilar la acción de Adepa, se reunió con el gobernador bonaerense Daniel Scioli en Mar del Plata. Estuvieron algunos correntinos y ninguno aprovechó la oportunidad para exponer el desborde de Colombi. Literalmente se comieron la reprimenda, patentizando en acierto la teoría del hambre.
Para RC, la ofensiva contra los medios es parte de un trato acostumbrado con sus proveedores de servicios comunicacionales. En 2009, después de asumir cerró los grifos y no hubo quejas. El sistema de medios venía de un festival publicitario con su primo Arturo Alejandro y Horacio Ricardo se ufanaba de haber ganado sin ellos. Sin embargo, con el paso del tiempo y a medida que crecía la exigencia electoral, su Gobierno llegó a distribuir entre 250 y 300 mil pesos mensuales per cápita a diarios y radios. Solamente en el pago a cinco firmas tenía que desembolsar casi 2 millones por mes (más de 20 millones al año); aparte el chiquitaje.
(NORTE de Corrientes no tiene pauta publicitaria del Estado provincial ni municipal).
En noviembre, después de obtener la reelección, el flujo se cortó y empezó la urticaria comunicacional que estalló la semana pasada cuando el mercedeño salió a despotricar contra los angurrientos. El inesperado cruce dejó al descubierto algo más que voracidad, desenfado y escrache. El cortocircuito en realidad expuso el resbaladizo escenario político que tendrá que transitar el mercedeño en los tres años y medio que aún tiene por delante.
No es el coraje editorial sino la intriga palaciega el combustible del desacato mediático. La sequía de pauta publicitaria actúa sólo como un catalizador.
Ahora, de pronto, en el enojo, los miembros de la nómina comenzaron a ver la gestión de Colombi como el reino de Shrek. No debe ser lo que más le preocupa al mercedeño, naturalmente indolente a las críticas contra su gobierno. En verdad, lo inquietante es que la interna por la herencia del poder (que ya está en marcha) direccione la acción de un pool de medios esmerilando la tranquilidad del mandato y la estrategia de la sucesión.
El hombre ya sabe que se puede llegar sin los medios. Hay que ver si está dispuesto a la experiencia de irse sin ellos.
Lo que es innegable es que resultará difícil diagramar la continuidad sin intervenir en la opinión pública. No es de extrañar pues, que más temprano que tarde vuelvan los delicatessen y el ogro se transforme, otra vez, en estadista.s